Sostener la incertidumbre

Posted on

La incertidumbre es algo que, habitualmente, nos cuesta sostener. Sobre todo a los que tenemos tendencia al control y por eso quiero dedicar el post a este tema. Aquí trataré de exponer cómo, según mi experiencia, podemos sobrellevar, de la mejor manera posible, estas situaciones. El hecho de no saber nos puede llevar a estados de malestar y angustia. La incertidumbre puede depender de factores externos (cuando no sé lo que va a pasar) o internos (cuando no sé lo que necesito, lo que quiero hacer ante una determinada situación). En ambos casos nos encontramos en un estado de incomodidad, bien porque sentimos que no tenemos el control o bien porque, aunque esté en nuestra mano el dar respuesta ante una situación concreta, no sabemos por qué acción decidirnos.

En el primer caso, cuando la incertidumbre no depende de nosotros sino de factores externos, es importante valorar hasta donde llega nuestra capacidad de acción. Es decir, qué podemos hacer y qué está fuera de nuestro ámbito de actuación. Ante una posible enfermedad, por poner un ejemplo, podemos informarnos, buscar un médico de nuestra confianza, llevar a cabo determinados cambios de hábitos que tengan impacto positivo en nuestra salud, en nuestro sistema inmunológico, etc. Por otra parte, también podemos cuidar de nuestra salud emocional, es decir, poner nombre a lo que sentimos ante la situación, dejarnos tocar por nuestras emociones en lugar de desconectarnos, compartir como nos sentimos con nuestros seres queridos, escribirlo, darle espacio sin obsesionarnos, pero sin desconectarnos. Una vez determinado donde está nuestro límite de actuación, hasta donde nosotros podemos hacer algo, viene la parte que, personalmente, considero más difícil: entregarse y confiar. Entregarse a la vida, a aquello que es más grande que yo, a lo que tiene que ser y confiar en que saldremos adelante, en que lo que nos pasa es lo que nos tiene que pasar, que estamos donde tenemos que estar. En este punto cada cual tiene sus propias creencias, ya sea Dios, aquello que es más grande que yo, el destino, el karma, no importa cómo le llamemos, entregarnos a aquello en lo que creemos y confiar.

En el segundo caso, si se debe a factores internos, es decir, cuando no sabemos qué queremos, como responder ante una situación vital, considero que es importante poder aceptar que no sabemos y no forzarnos a dar una respuesta o tomar una decisión por la falsa creencia de que siempre tenemos que saber (que nos pasa, que queremos, que es lo mejor para nosotros en este momento). El mero hecho de darnos permiso para no saber ya hace que algo en nosotros se relaje, disminuyendo un poco la tensión y el malestar. Como se dice en gestalt, “no decidir es también una decisión” y “saber que no sé ya es saber algo”. Llegado  este punto ya tenemos un lugar en el que descansar: en este momento no lo sé. Una vez hemos podido decirnos y aceptar que no sabemos, ayuda el darnos tiempo, tiempo para ir viendo y para ello es necesario poder estar en contacto con nosotros y no desconectarnos o apartar mentalmente la situación que nos incomoda. Una vez más no se trata de obsesionarse ni de estar constantemente dándole vueltas al tema, se trata de darle espacio a la incertidumbre, a la duda y de poder ir viéndome, sintiéndome para que la incertidumbre vaya tomando una forma, definiéndose, de modo que nos decante hacia la respuesta que queremos dar. Preguntándonos como me siento ante tal o cual respuesta y sus consecuencias y sintiendo en qué escenario me siento más tranquilo. De este forma, poco a poco, irá surgiendo la figura sobre el fondo, aquella decisión que es más coherente con nosotros y nos deja más serenos, así nos sentiremos más seguros y tranquilos al tomar, finalmente, la decisión. Es también importante tener en cuenta que, ante determinadas situaciones, no existe la decisión “ideal”, aquella en la que no tenemos que renunciar a nada y todo son ganancias. Todas las acciones tienen consecuencias y estar en contacto con las posibilidades reales y viables es un paso imprescindible para poder llevar a cabo lo expuesto anteriormente.

Así que, a modo de resumen, destaco el tener en cuenta hasta donde tengo margen de actuación, hacer todo aquello que esté en mi mano, entregarme y confiar, permitirme no saber, estar en contacto conmigo y con lo que siento, tener en cuenta las posibilidades reales y darme tiempo, no apretarme.

 

 

Miriam Sans

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.