Los hermanos

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Hoy hablaré sobre los hermanos y lo que implica en nuestra vida formar parte de un sistema familiar donde vivimos la experiencia del amor fraternal. Formar parte de dos subsistemas dentro del sistema familiar nos proporciona mucha riqueza de aprendizajes relacionales que después trasladaremos a los demás sistemas durante nuestra vida adulta, ya sea entre iguales o en sistemas de jerarquía y autoridad. Los dos sistemas a los que hago referencia son el subsistema paterno (los progenitores – jerarquía/autoridad) y el subsistema fraterno (los hermanos- relaciones entre iguales).

En las líneas siguientes haré referencia al subsistema fraterno, a los hermanos y a las diferentes situaciones o posibilidades emocionales, de aprendizajes, de frustraciones y de oportunidades que nos brinda el sistema familiar cuando existen en nuestra familia hermanos y convivimos con ellos. Las reflexiones y pensamientos que compartiré son fruto de mi propia experiencia como profesional vinculada a grupos de madres, dónde a menudo se comparte y aprende acerca de la relación entre los hermanos y la llegada de un nuevo miembro a la familia con todo lo que les implica a los ya presentes en su mundo emocional y de nuevas rutinas que cambian en la familia. También escribiré desde la experiencia de hermana, y cómo madre que vive el vínculo entre tres pequeños de edades muy dispares en mi familia aprendiendo a respetar las individualidades y fomentando amorosamente el vínculo y el sentimiento de pertenencia a algo más grande que ellos mismos, el grupo, la tribu, la familia cómo lugar de acogida y crecimiento.

La llegada de un hermano en un primer momento puede ser vivida con sentimientos polares, alegría y ternura y, a la vez, miedo a perder la atención de papa y mamá y a no ser visto por los mayores con la llegada del bebé. Aquí es donde a menudo aparecen los celos y con ellos la posibilidad para el niño de conocer sus emociones, sus necesidades y aprender a pedir ayuda. Los celos son a menudo una adaptación emocional a la nueva incorporación, una reestructuración de la familia. A menudo, lo que puede ayudar a que este proceso adaptativo fluya y el niño vaya readaptándose amorosamente a los cambios del sistema con la llegada del hermanito son pequeños detalles cómo:

  • Avisar con tiempo de los cambios que se van produciendo, incluyéndolos durante el embarazo y luego participando en algunas de las rutinas del bebé.
  • Hablar de las emociones, de qué nos aportará la llegada del hermano, de saber todo aquello que podremos hacer, aprender, compartir y también los nuevos límites y distribuciones del tiempo del sistema familiar.
  • Hacerle sentir el vínculo que supone un hermano y la continuidad del vínculo con los padres, vínculo que nunca se romperá.
  • Nos hará falta estar más alerta y presentes a su conducta, a aquello que son capaces de expresar y a aquello que no saben expresar aún, dando respuesta a posibles dudas que tengan y les vayan surgiendo, antes de la llegada del hermanito, durante y después.
  • Naturalizar la situación, ilusionar e ilusionarnos pueden aportar tranquilidad, así como facilitar también el contacto físico entre los hermanos y dejar que se vayan descubriendo y haciendo conocido al desconocido.

Es importante que tengamos presente como padres que los sentimientos de alegría e ilusión del hermano mayor hacia el pequeño pueden cambiar bruscamente a sentimientos de miedo, inseguridad y rivalidad por conseguir la atención de los padres y/o cuidadores.

En edades en que los hermanos mayores aún están familiarizándose con el lenguaje podemos utilizar cuentos infantiles sobre emociones (miedo, alegría, tristeza, enfado) y cuentos infantiles acerca de los hermanos. Los cuentos son un gran recurso para los más pequeños. Justamente en el caso de los más pequeños es importante que no pretendamos que la llegada del bebé tenga como efecto una expectativa por parte nuestra de una maduración de golpe, ellos siguen teniendo la misma edad que tenían justo el día anterior al nacimiento del bebé y ellos empezarán a aprender el mismo día de su llegada al hogar que no todo es inmediato, lo que inevitablemente les generará frustración, frustración que pueden empezar a trabajar en un entorno seguro y vinculante.

Los retos que se plantearán entre los hermanos serán oportunidades de crecimiento dónde podrán aprender a compartir, sin obviar los momentos en que ambos podrán sentir dolor en el transcurso de este aprendizaje.

Otro aspecto importante que más adelante proyectaremos en nuestra vida adulta es la oportunidad que nos brindan los hermanos cuando discutimos asuntos en los que sentimos, pensamos o deseamos cosas diferentes, aquí podemos aprender a marcar nuestros límites frente al otro, a ocupar un espacio, a expresar nuestro enfado, a gestionar nuestras emociones y  todo ello sin invalidar el amor que sentimos hacia nuestros hermanos, nos diferenciamos e individualizamos y practicamos habilidades sociales que forman parte de los conflictos y también de relaciones de cooperación. Cooperar y rivalizar serán a veces las dos caras de la misma moneda. Como padres, permitir y acompañar si es necesario el conflicto cuando se da entre los hermanos facilitará que los niños aprendan a conectar con sus emociones y a expresarlas, habilidades que como adultos les facilitaran las relaciones con los demás y consigo mismos.

Un aspecto más que quiero mencionaros es la complicidad que puede darse entre hermanos, para mí es un regalo que recuerdo con ternura en diferentes épocas de mi infancia y que ahora también puedo observar en la relación que han establecido y van forjando los tres niños de mi vida: unas miradas, un guiño, unas risas, un gesto, un instante en que el vínculo entre ellos emerge y se hace observable.

Acabaré con una cita que me gustó mucho y que habla, como no, de los hermanos, ¡feliz semana!

 

Busqué mi alma, pero no la vi,

Busqué a mi Dios pero me eludió,

Busqué a mi hermano y los encontré a los tres.

Anónimo

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