Actuar en lugar de reaccionar

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Aprovechando estas fechas en las que, debido a las fiestas, nos reunimos más de lo habitual con nuestra familia y amigos, quiero dedicar este post a la ya conocida idea de actuar en lugar de reaccionar. Esto es algo que viene bien tener en cuenta en el día a día y creo que en esta época es especialmente importante, ya que nos relacionamos mucho más que de costumbre.

Si bien es cierto que este año, debido a las restricciones, hacemos menos reuniones, de grupos más reducidos y pertenecientes a nuestra burbuja de contacto, también hay que tener en cuenta que el hecho de modificar la forma habitual o tradicional que tenemos de celebrar puede dar lugar a desencuentros. Hay que respetar el sentir de cada persona, por supuesto, pero el punto sobre el que quiero hacer especial hincapié, es en cómo comunicarnos para minimizar los malos entendidos. Tal y como yo lo veo, hay dos fórmulas que pueden ayudar mucho, una es la que ya he mencionado: actuar en lugar de reaccionar. La otra es muy simple, pero no por ello sencilla: escuchar atentamente al otro.

En relación al actuar en lugar de reaccionar, creo que estamos muy poco acostumbrados a ello. Normalmente no nos tomamos el tiempo necesario para dejarnos sentir qué nos ocurre realmente con lo que el otro hace o dice y, mucho menos, intentamos “pasar por el corazón” nuestra respuesta. Habitualmente, si nos sentimos heridos o menospreciados, reaccionamos con un ataque al otro, a modo de defensa, ya que hemos percibido su acción como algo hostil hacia nosotros. ¿Qué pasaría si mirásemos qué es lo que nos duele realmente? Tal vez podríamos expresarlo en lugar de responder con un ataque, que el otro recibe también de forma hostil y, por supuesto, reacciona de la misma manera y así es como empezamos una escalada que puede dañar seriamente la relación.

Desde mi punto de vista, es recomendable no responder, parar y mirar qué es lo que realmente nos está pasando y, aunque algo nos esté doliendo de verdad (diría que gran parte de las veces veremos que lo que ha sido dañado es nuestro ego, no nuestro corazón), no responder con un ataque. Ayuda a conseguirlo el “pasar nuestra respuesta por el corazón”, es decir, tener en cuenta nuestro cariño hacia la persona que sentimos que nos ha hecho daño e incluir ese amor en la ecuación. Por otra parte, algunas veces, es mejor soltar la idea de que tenemos razón para no dañar a una persona o una relación que nos importa. Y no me refiero a tragar o dejar pasar cosas importantes para nosotros, sino a poder discernir si vale la pena mantenernos enrocados en lugar de soltar por amor. En lenguaje bélico sería algo así como: elige sabiamente las batallas que vale la pena pelear.

El otro punto importante que ayuda a no reaccionar es escuchar realmente al otro. Parece sencillo, pero muchas veces es difícil. Se trata de estar abierto a entender sus motivos, no pendiente de cómo contradecirle para imponer nuestras ideas. Procurar no dar nada por hecho y preguntar en lugar de interpretar. A veces, creemos que tenemos tan claro a que se refiere el otro, que ni lo cuestionamos y tomamos como verdad algo que la otra persona no ha expresado.

Como en toda conversación hay un emisor y un receptor, también es importante que intentemos expresarnos de la manera más clara posible, sobre todo cuando estemos tratando temas delicados. Tener en cuenta que lo que decimos tiene un impacto en el otro, que podemos herirle y procurar ser impecables con nuestras palabras. Del mismo modo que es bueno “pasar por el corazón” nuestra respuesta ante algo que nos duele, también lo es hacerlo cuando vamos a decir algo que sabemos que puede lastimar al otro.

En resumidas cuentas, en situaciones tensas tratemos de expresarnos de forma clara y con amor. Y procuremos no reaccionar, sino responder, dándonos un tiempo para digerir y elaborar aquello que queremos manifestar como respuesta una vez lo hayamos “pasado por el corazón”. Y escuchemos, escuchémonos mucho, con interés y sin buscar el lado hostil, es decir, escuchémonos también con amor. Seguro que así nos ahorraremos muchos malos entendidos y además mejorará la calidad de nuestras relaciones.

Actuar en lugar de reaccionar puede ser un buen propósito para el 2021. ¡Os deseo unas felices fiestas, llenas de escucha atenta y mucho corazón!

 

 

Miriam Sans

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